domingo, 9 de noviembre de 2008

Artesanías milenarias atraen a turistas en Panamá

Una de las calles más emblemáticas de la cultura tradicional panameña es la Vía Venetto, en el centro financiero de la ciudad de Panamá, que atrae a los turistas extranjeros por los numerosos vendedores de artesanías kunas, un pueblo autóctono de historia milenaria. 

Después de una larga dominación europea de más de cinco siglos, que dejó despoblado El Caribe de nativos americanos, los kunas son los últimos sobrevivientes caribeños de una extirpe que aún preserva su cultura milenaria. 

Ubicados en la costa atlántica panameña, en el archipiélago denominado Comarca de San Blas, esta nación originaria cuenta entre sus principales fuentes de ingresos con la comercialización de artesanías: las molas, los tallados de tagua y la cestería. 

Las molas son pedazos de telas, de colores rojos y verdes, cosidos manualmente por las mujeres de esta etnia, capa por capa, hasta formar diseños llamativos, decorados con figuras de animales de su hábitat montañoso. 

Según el artesano Oguaduli López, antiguamente estos diseños eran dibujados con tintas vegetales sobre la propia piel de las jóvenes, pero, después, gracias a un mandato sagrado, les fue indicado hacer las molas en materiales logrados con fibras de árboles y telas. 

"Han transcurrido cientos de lunas, desde que por mandato divino nuestras mujeres cambiaron la elaboración de las molas, para utilizar fibras de vegetales y telas", expresó a Xinhua el curtido hombre mientras arreglaba sus mercancías en la bulliciosa Vía Venetto. 

La fama de las molas ha traspasado las fronteras panameñas, hasta el punto de que algunos panameños emprendedores han abierto tiendas en Europa y Estados Unidos, donde se venden estas telas artesanales, convirtiéndose en una fuente de ingresos importante para este pueblo originario. 

Otra de las habilidades de los kunas son los objetos de cestería, elaborados por expertos artesanos sobre fibras vegetales de arbustos, con los que crean vasijas, objetos decorativos en forma de platos, así como tapetes y figuras de animales. 

A diferencia de las molas, que son hechas por las mujeres, este trabajo es propio de los hombres, que comparten otras actividades como la pesca, agricultura y los varios oficios de la comunidad, con la habilidad de tejer cestos. 

Los productos de cestería usualmente son decorados por figuras geométricas, donde sobresalen las líneas de formas escalonadas, triángulos, cuadrados, rectángulos, figuras de aves, peces y felinos. 

Entre los innumerables objetos decorativos, de telas, maderas y cesterías, los kunas también ofrecen a sus ocasionales clientes los tallados de taguas, unas verdaderas obras de arte, trabajadas sobre una especie de marfil vegetal, muy apreciadas por los turistas y por los propios panameños. 

Las artesanías de tagua son objetos decorativos pequeños elaborados a base de una semilla de árbol del mismo nombre, tallado muy hábilmente en formas de jaguares, aves, serpientes, lagartos, venados y otros animales exóticos de la fauna panameña. 

Estos indígenas tienen fama de ser excelentes talladores de este marfil vegetal, cuya apariencia dura es ablandada mediante procedimientos antiguos secretos, para darles las figuras que ellos quieren. 

Como todas las naciones originarias americanas, que sobrevivieron al exterminio colonial, los kunas han aprendido a insertarse en la moderna economía de mercado promoviendo la venta de sus productos tradicionales y hasta el ecoturismo. 

En la capital panameña existen dos mercados municipales donde los artesanos, tanto los indígenas como los latinos, pueden vender sus productos al millón y medio de turistas que todos los años visitan este país. 

Pese a estos dos mercados, los artesanos ambulantes prefieren ubicarse en las cercanías de la céntrica Vía Venetto, porque es el punto de confluencia de los principales bancos y hoteles de turistas, casinos y centros comerciales. 

Los kunas se han caracterizado por ser un pueblo sumamente independiente, y eso lo manifiestan en la preservación de su cultura y tradiciones, que no se limita a las artesanías, sino también a la conservación y práctica de su lengua. 

Estos hábiles artesanos, pese a que viven como inmigrantes en la cosmopolita ciudad de Panamá, hablan su lengua materna, y tratan de transmitir sus valores tradicionales a sus descendientes para fortalecer su identidad como pueblo. 

A diferencia de la mayoría de naciones originarias del continente, los kunas son de los pocos pueblos que gozan de una plena autonomía administrativa, que abarca un autogobierno, educación en su lengua, justicia tradicional y el control de su territorio, todos estos derechos logrados en 1925 luego de una sangrienta rebelión. (CRI)

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